WWW.TURISMOYCONSUMO.ORG   
LA WEB QUE HABLA DE TODO Y DE TODOS Número 12-Abril 2014

EN EL PAÍS DE LA NUBE BLANCA. SARAH LARK

madridaustrias.com

             Uno de los aspectos en los que los escritores se han centrado bastante durante el pasado siglo y lo que llevamos de este, es en la narrativa referente a los países descubiertos por cada país. Ya sean las colonias portuguesas, españolas, francesas o británicas. Y dentro de estas últimas, se encuentra la tierra a la que hace referencia la novela de la que hoy hablamos: Nueva Zelanda.

La autora, dada su extensa colección de libros sobre caballos, ya tenía un reconocimiento que los editores quisieron aislar, para que el gran público no pensara en caballos para todas y cada una de las historias de que nos hiciera partícipe la escritora renana afincada en España.

Sarah entonces es un pseudónimo, pero en toda la narración, desde el principio al final, se respira su amor por los animales y en especial por los caballos, que a su vez, nos invita a evocar un país increíblemente fértil y agradecido con la ganadería y agricultura, con un clima similar al del Reino Unido, dividido en dos islas (la Norte y la Sur), según se reza en uno de los párrafos de la propia historia.

En este caso, y como primera entrega de una trilogía desarrollada en similares paisajes, se nos presenta el devenir de dos jóvenes (una más que la otra), de dos diferentes condiciones sociales y económicas, que han de viajar a este país con la intención de contraer matrimonio con dos desconocidos.

Nos remontamos al año 1852, en el que muere el duque de Wellington en Gran Bretaña, se atenta en España contra la vida de Isabel II. En Alemania nace Petri, que se hará famoso por la idea de poner los cultivos de estudio microbiológico dentro de unos discos de vidrio (Placas de Petri). En Argentina se sientan las bases para su nueva organización nacional, de donde saldrá su Constitución. Un año interesante a lo largo de todo el mundo.

La narración, nos conduce por la vida de las dos protagonistas y todos aquellos personajes que interactúan con ellas con magistral precisión. Un lenguaje agradable y ameno, sin torsiones discordantes, sin necesidad de recurrir a un diccionario a cada párrafo, que debemos también a Susana Andrés, la traductora, ya que la novela está escrita originariamente en Alemán (Im Land der waissen Volke).

Nos presenta toda la coloratura de la vida en la colonia desde prácticamente sus comienzos. Recordamos que, aunque el primer descendiente de europeos nacido en el país fue Thomas King en 1815, no se estableció formalmente la colonia hasta el año 1840, en que las negociaciones entre la corona británica y los jefes de las principales tribus maoríes dieron como resultado el Tratado de Waitangi. En el relato, se destila que no fue una negociación del todo provechosa para los indígenas. Más o menos como sucedería en todas las partes del mundo.

Descubrimos colonizadores fuertes, que en muchos casos provenían de barcos pesqueros que operaban en las cosas cercanas, cazando la ballena. Vemos perfectamente ciudades toscas, de madera, en incipiente surgimiento, con las calles sin asfaltar, el agua corriendo en pequeños arroyos enfangando incluso la imaginación. Pero también vemos amplios pastizales, ovejas, caballos y personajes de los que uno se encariña a primera vista; o más bien, a primera lectura.

Más de dos millones de lectores avalan a su vez a la autora, y según nuestra percepción, no andan desencaminados.